Sin duda alguna, el ingreso al mundo de las
luces y de la fama ha sido un cambio radical en la vida de Uri-Uri Pakomio. Si
bien, sus incursiones televisivas anteriores al reality 40 ó 20 lo hicieron
medianamente conocido, fue este dating el que le dio la cobertura mediática
necesaria para posicionarse como figura recurrente dentro de los espacios
dedicados a los personajes de la farándula nacional.
Su incursión en el
terreno televisivo lo ha lanzado a la talla de estrella mediática con una
inusitada fuerza, sorprendiéndolo la espiral ascendente que lo coloca en un
mundo donde bulle la lucha de egos y donde la exposición frente a un público
ávido de noticias sobre la vida del artista es descarnada.
Veinticinco años
parecen pocos en la vida de una persona y Uri-Uri se encuentra viviendo la
etapa de todo joven de esa edad; sin embargo, el training de hoy que lo lleva a
recorrer Chile, presentándose en ciudades de Arica a Punta Arenas hace que su
vida haya tomado un giro radicalmente opuesto al de cualquier joven chileno
común y corriente. Las horas de ensayos para Fiebre de Baile, programa de
televisión que lo mantuvo en pantalla hace unos meses atrás, su candidatura
para Rey del Festival de Viña del Mar en el verano y las muchas entrevistas que
debe dar hasta el día de hoy, más sus presentaciones en provincia que continúan
sin merma, provocan que la urgencia por cubrir todos los compromisos que se le
presentan copen su agenda más allá de lo recomendable.
No es desconocido
que buscó el éxito insistentemente desde hace años y, aunque tenía conciencia
de lo difícil que era lograrlo, también sabe que no puede ahora tomar descanso,
porque la vorágine televisiva reemplaza a los rostros que se mueven por los
medios de comunicación social de manera tan dinámica como cruda. Es por eso que
el rigor juega aquí un papel fundamental. Más allá de los resultados
televisivos, solo la disciplina y su permanente perfeccionamiento harán que
Uri-Uri no sea tragado por la máquina hacedora de estrellas, donde el rating es
el enemigo público número uno de toda figura que intenta posicionarse en el
inconsciente colectivo.
Uri-Uri es un muchacho oriundo de nuestra
Isla de Pascua. Si bien tiene un carácter fuerte, apasionado, que le dan sus
raíces, en su fuero interno es posible encontrar a un chico un tanto tímido,
frágil y extremadamente encantador. Aquellos que lo conocen de verdad, saben de
su pelea diaria por hacer convivir dentro de él a una persona celosa de su
intimidad y al personaje que debe sostenerse en el medio, dejando permear el
ojo curioso de quienes lo observan.
Una dicotomía difícil de resolver, toda vez que el desgaste, producto del trabajo intenso, puede influir en su forma de enfrentarse al medio en el que actualmente trabaja; la búsqueda intuitiva de su fortaleza espiritual le permiten no desfallecer y seguir adelante en esta carrera contra el tiempo y el olvido.
Por lo mismo,
Uri-Uri quiere traspasar la barrera del reemplazo mediático y proyectarse en el
tiempo. Su formación académica como egresado de Dirección y Producción de
Televisión le da el piso suficiente para entender el mundo de las comunicaciones,
así como sus raíces isleñas le dan el sustento necesario para hacer de él un
ser distinto dentro de los “rostros” que se desenvuelven en los medios. El
extremado amor por sus raíces, el respeto por sus ancestros y la preocupación
diaria por su lejana familia, le proporcionan el combustible necesario para
seguir en su empeño por alcanzar la cima. Sus presentaciones en los muchos
eventos que lo hacen recorrer Chile, así lo indican.
Él, además de
animar a las miles de fanáticas que agotan las entradas para verlo en los shows
discotequeros, juega en una instancia previa al seductor en ciernes, logrando
encantar con su sensualidad y magnetismo que le son naturales, para luego abrir
paso a su más importante presentación, cual es la lucida muestra de sus
orígenes y las tradiciones dancísticas de la tierra que lo vio nacer. Genuino
orgullo Rapa Nui corre por sus venas y lo demuestra al pasar de un momento a
otro de hombre que hace delirar a las féminas con su sonrisa endiabladamente
cautivadora al hombre originario que baila con el cuerpo pintado, luciendo los
atuendos típicos de la isla… un despliegue de puro folclor. Hombre lleno de
simbolismos ancestrales que maneja con respeto y delicadeza y donde prodiga lo
mejor de él con total entrega a su público.
Difícil es
encontrar en Chile a un joven como Uri-Uri Pakomio, que se instale como un
personaje con un potente sustrato personal con proyectos e imagen propia, donde
sus raíces le dan la fuerza suficiente para posicionarlo definitivamente como
todo un hallazgo en el mundo del espectáculo nacional.
Fanáticas “todo terreno”

Uri-Uri Fans Chile, es el grupo femenino presente en las redes sociales, que lo apoya en su camino al éxito, que sigue sus pasos muy de cerca y es testigo privilegiado de su ascenso al estrellato.
Este conglomerado
se esfuerza día a día por potenciar su figura, acudiendo a sus presentaciones
con hermosos y lucidos pendones y se alza como una organización humana en torno
a la figura de su referente con absoluto respeto a sus decisiones y que, dentro
del intrincado mundo del fanatismo, tratan de marcar la diferencia, trabajando
en un apoyo que va más allá del amor, de la idolatría y de los intereses
personales.
Uri-Uri Fans Chile es el más incondicional aliado que tiene
Uri-Uri Pakomio con quien él cuenta en su círculo más cercano, que lo apoya, lo
aconseja y lo acompaña en todo su devenir artístico, siendo el más categórico
respaldo que todo ídolo necesita.
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